Consumo responsable

Desde el punto de vista del consumo responsable, se considera que consumir no sólamente es la satisfacción de una necesidad, sino que implica colaborar en los procesos económicos, medioambientales y sociales que posibilitan el bien o producto consumido. Para ejercer un consumo consciente y responsable, primero hay que ajustar los hábitos de consumo a nuestras necesidades reales, y segundo, deben tenerse en cuenta criterios ambientales y sociales a la hora de adquirir productos o servicios, optando siempre que sea posible por opciones que favorezcan la conservación del medio ambiente y la igualdad social.

Desde este punto de vista, como consumidores y último eslabón del sistema económico, tenemos una responsabilidad pero también tenemos un poder, que si utilizamos todos, puede influir en la marcha de la economía y del mundo de una forma directa. Un consumo consciente y responsable, orientado al fomento de actividades satisfactorias para la naturaleza y las personas, es una gran contribución y un decisivo instrumento de presión frente al mercado.
El concepto de consumo responsable es muy amplio y engloba el consumo ecológico, ético, crítico y social o solidario, en el cual entraría también el comercio justo.
En el caso de los alimentos, el consumo de productos de proximidad (Km 0), a poder ser ecológicos, directamente del productor o a través de cooperativas de consumo, mercados o comercios locales, además de ser mejor para nuestra salud y el medioambiente, nos acerca a nuestro entorno y hace que favorezcamos la economía del territorio, además de ayudar a reforzar nuestras relaciones sociales más cercanas.
Por otra parte hay que tener en cuenta que desde la globalización, las multinacionales cada vez son más grandes, su número es menor y su poder y capacidad de maniobra enormes.  Con el objetivo de abaratar costes y aumentar la productividad, aprovechan para producir en aquellos países donde se paga menos a los trabajadores y tienen menos trabas relacionadas con el medio ambiente. Además, muchas de estas multinacionales están relacionadas con agresiones directas a los derechos humanos. Debido a esta situación, no hacen sino aumentar la pobreza y los conflictos bélicos en todo el mundo.
Por ello, además de las acciones individuales que podamos llevar a cabo, son necesarias acciones colectivas encaminadas a conseguir objetivos concretos y contundentes. A medida que disponemos de información suficiente sobre las prácticas de determinadas empresas y sus consecuencias sobre el medio ambiente o los derechos humanos, debemos ser capaces de crear una conciencia colectiva y llevar a cabo por ejemplo campañas de boicot, entre una de las posibilidades existentes, con el objetivo de demostrar que no estamos de acuerdo con ello así como lograr una presión directa sobre sus beneficios, que obligue a un cambio en sus procesos de producción.
Aspectos medioambientales como reducir, reciclar y reutilizar, son también muy importantes si no queremos llevar el planeta hacia un colapso, ya que mantener el ritmo de consumo actual de los países desarrollados y exportarlo al resto del mundo, supone acabar con los recursos naturales existentes a una velocidad vertiginosa, dejando esta herencia a las generaciones futuras.  Como muestra de la conciencia colectiva que se está generando, cada vez son más numerosas las propuestas de intercambio de productos que ya no necesitamos, así como la donación gratuita antes de desecharlo.
Todo esto implica a todas las esferas de nuestra vida, a nuestras opciones más personales y supone, por lo tanto, un esfuerzo, pero no es algo imposible. Un primer paso sería esa toma de conciencia a nivel personal, y segundo, compartir nuestras reflexiones para construir una conciencia colectiva y poder actuar en consecuencia.





Para ampliar información consultar las referencias bibliográficas o enlaces adjuntos (ver para saber más)

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